5 de febrero de 2015

ORIGENES Y CONFUSION


    La ausencia de fuentes fiables que nos permitan conocer nuestros orígenes, nos ubica en algún rincón de lo insondable y lo misterioso o, cuando menos, de lo desconocido que acostumbra a ir de la mano de lo recóndito y lo profundo, lo que, tal vez, nos dibuja una aureola de importancia. La escasez de documentación descuelga un velo de posibilidades que permite suponer aquello que, por mor de escritos que algunos autores han aceptado situándolos en el altar de los oráculos, parece más posible de una realidad que se resiste y se niega, se disimula y se vela en una suerte de irónico juego del destino.
 
Mapa de Extremadura de 1816 (sección)
    Es Bernabé Moreno de Vargas quien da luz, en apenas cuarenta líneas, sobre Puebla de la Calzada, en su obra Historia de Mérida, del año 1633, que se ocupa, entre otras cuestiones, de repasar la historia “de las villas del Montijo, Puebla de la Calçada y Lobon que fueron de la jurisdicción de Mérida” [sic] como él mismo intitula el capítulo VI del Libro Quinto.
 
      Hijo de Alonso Moreno de Alba, familiar del Santo Oficio, que tras una singladura por América en donde, se dice, descubrió una mina de oro, volvió a Mérida para casar con Dª Maria Pérez de Vargas y Osma y asentarse como Regidor Perpetuo del Ayuntamiento, Bartolomé Moreno de Vargas nació en Mérida alrededor de 1576. Estudió Leyes, obteniendo el grado de licenciado en 1598 y en 1604, y hasta 1615, fija su residencia en Montijo de la que dice, “perdoseme el averme detenido tanto en esta villa porque la tengo por patria, por averme casado en ella…” con María Barrena y Gragera con quien tuvo nueve hijos y que morirá en junio de 1631, “…y vivido algunos años, en los quales por elección del Concejo fui quatro años Alcalde Ordinario, dos, de la Hermandad y cinco, Diputado, todo por el estado de los hijosdalgo”[sic]

   Después de situar geográficamente a Puebla de la Calzada “medio quarto de legua del Montijo y entre y uno pueblo ay muchas huertas y el sitio de ambos es muy llano y agradable” de sus orígenes dice que “fundase ará poco mas de 200 años, reduciéndose allí algunas Caserías…” Y es aquí en donde después de haberla mencionado algunas páginas atrás y asegurado que “es la Puebla”, donde directamente afirma “… y el lugar llamado Aldea del Rubio, que estaba junto a la Ermita de Santiago, frontero de Lobon; allí lo señala la mojonera antigua de Merida y sus rastros y ruinas permanece oy” Y continúa diciendo que “por haber sido hecha de diferentes pueblos se le puso el nombre de Puebla y el sobrenombre de Calçada lo tomó del sitio adonde se fundó pues pasa por allí la calçada que va de Mérida a Lisboa”`[sic]

   ¡Hecha de diferentes pueblos! No aventura a mencionar ninguno o, tal vez, no hace otra cosa que transcribir lo que pudo oír decir durante su vida en Montijo, de la que hacía más de quince años que faltaba. De igual forma que en 1798 hace Juan Ramos de Solís que toma al emeritense como referencia, y recomienda “la historia que de la ciudad de Mérida y los pueblos de su partido escribió…” cuando menciona que “en lo antiguo había dos o tres pueblos pequeños…”. El párroco cita Casas del Rubio, lo que nos sumerge en las profundidades de la posibilidad y el desconocimiento, al citar como lugares diferentes lo que parece ser aquel asentamiento frontero de Lobón, por Moreno de Vargas. Y cita también a Rubio que parece estuvo alejado del territorio de la Orden.

    De la existencia de Aldea del Rubio, da fe un escrito de 1276 cuando Alfonso X, estable los limites de un lugar llamado Zarazo o Carazo como parte el termino de la Aldea del Carazo por medio con el Aldea del Rubio fincando el Aldea del Carazo a Badajoz Más allá, de que esta Aldea del Carazo, posiblemente, se ubicara en lo que hoy conocemos como Aldea del Conde, por esta información podemos colegir que en aquellas repoblaciones del último cuarto del siglo XIII, no parece que Zarazo o Carazo fueran asentimientos que despoblara la Orden de Santiago para establecer a sus habitantes en lugares existentes o de nueva creación como Puebla de la Calzada.
    Porque Aldea del Carazo era término de Badajoz, en donde la Orden no tenía jurisdicción y, en principio, no podía ejercer el derecho de repoblamiento ni despoblamiento. Sancho IV obliga a la Orden, en 1284, a devolver a Badajoz “Guadaxira y el Zarazo o Carazo” territorios de los que se había apropiado.

    Las conquistas, las razias, el interés de los poderosos y las privaciones y penurias, también debieron tener su protagonismo en el mapa inacabado de nuestros orígenes y hasta mas principal que aquel con el que el maquillaje de lo posible y la fantasía, matiza la verdad que no termina de conocerse del todo. Y, acaso, sea más simple y más sencilla de la que queramos o podamos imaginar.

    Acaso, todo obedeció a un intento lógico de hacer más productiva la zona, dotando a los pocos habitantes de un asentamiento desgastado, objeto de disputas y vaivenes, de otras vías de desarrollo y mejor lugar para desarrollarlo; acaso, aquellos que malvivían y sobrevivían en muchos de los lugares y parajes de los alrededores, solitarios y desatendidos, no tuvieron otra cosa que hacer, que emprender camino y llegar hasta aquellas nuevas casas que se levantaban entre el ocaso de un siglo y el alba de otro; acaso, pueda ser cierto que, como escribió Ramos de Solís, la razón fuera que aquellos dos o tres pueblos pequeños estaban “mui próximos a las orillas del Guadiana en cuyas avenidas padecían muchas extorsiones por lo qual dispusieron sus moradores abandonarlos y fabricar en este terreno por alejarse del río y por ser colección de muchos pueblos…”[sic] Acaso, la verdad está más cerca de lo que la mente de los que escribimos es capaz, por imaginativa, de creer; acaso, la verdad sea todo a la vez;  que los veinte o treinta primeros vecinos que se ubicaron en Puebla de la Calzada, vinieran no solo de tres, sino de varios más asentamientos – entre los que bien podían estar Zarazo, Aldea del Carazo, Rubio y Fresno si llegaron a estar poblados en aquellas fechas – en los que la vida había dejado de ser difícil para convertirse en insufrible, insoportable e imposible.
    Acaso, nuestros orígenes permanezcan en lo desconocido para siempre porque acaso así lo quieren para que no deje de mantenerse ese quizás al que no se le termina de dar la luz completa, ese pulso al cielo, obligado y necesario, para que no olvidemos jamás nuestras raíces, aunque lleguemos en algún momento a conocerlas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario