Quiere la posibilidad, alargar su
sombra por las estrechas calles de este ayer nuestro desconocido, y disfrazada
de acaso insiste en hablarnos con claridad al tiempo que, alma inquieta,
difumina su realidad en las sombras intangibles de lo que sin duda llegó a ser
pero que no quiso aproximarse hasta nuestro hoy o tan siquiera nuestro ayer más
cercano. Y de igual forma que los rastros primeros se pierden en los tiempos
oscuros de la Reconquista, otras señales de aquel pasado, guardan en la tradición
oral un duermevela con visos de verdad en el que todos creemos por encima de lo
que fueron, donde estuvieron o como fue su vida. Existieron, pasaron junto a
los nuestros y un día, no sabemos cómo ni cuándo, fueron desapareciendo
victimas de mil insalvables circunstancias hasta borrar su memoria para dejar
su recuerdo en más intenciones que realidades.
Imagen que corona la fachada del Monasterio de Uclés |
Uno de esos testigos del tiempo
que nos ha precedido, uno de eso rastros, es el de las ermitas que existieron, y
de las que no es que solo una queda en pie, sino que las otras dos, cuyas
noticias reposan casi ocultas, forman parte de la imaginación que las convierte
en objetos de comentarios repartidos entre el quizás y el tal vez.
Fueron tres las ermitas como nos
dice el párroco Juan Ramos de Solís, cuando el 20 de junio de 1798 responde al
interrogatorio de 15 puntos de Tomás López sobre Puebla de la Calzada, “En lo antiguo, extramuros havía tres ermitas, una de
Santiago, arruinada ya del todo, otra muy próxima al pueblo amenazando ruina
desde el terremoto del año 55, dedicada a Santo Toribio y la tercera con el
titulo de San Sebastián en lo antiguo, y aora con el de la Concepción, cuya
ymagen muy preciosa obra de un famoso escultor apellidado Tazamal, vecino de la
ciudad de Badajoz, es el oráculo de este pueblo a cuya poderosa intercesión
ocurre en todas sus necesidades. …” [Sic]
Si la
de Santo Toribio, en ruinas desde el terremoto de Lisboa de 1755, permanece
entre dilemas y alguna que otra diferencia en cuanto a su emplazamiento sobre
el que se polemiza algún lugar que no parece posible sin que, hasta ahora, se llegue
a ningún acuerdo, de la de Santiago, ni se teoriza ni se conversa ni se
cuestiona, además de no tener vestigios que nos permitan identificarla ni
situarla, aunque la tradición quiere hacerlo orillas del río, donde no parece
que fuera su lugar ultimo.
Grabado muro Monasterio de Uclés |
Parece propio que en un territorio bajo administración de la Orden de
Santiago, se levantara una ermita a la que pusieran bajo su advocación como debió
hacerse con aquel primer asentamiento ribereño del Guadiana, si hemos de creer
a Moreno de Vargas, “Aldea del Rubio estaba junto a la Ermita de Santiago”. Y como reflejan diferentes mapas que en los
siglos XVIII y XIX reproducen más o menos fielmente la zona. Como el “Mapa Geográfico del Partido de Mérida perteneciente a la Orden de
Santiago” que
se confeccionó por encargo de Tomas López, “Geógrafo de los Dominios de Su
Majestad” en
1783, en el que aparece el nombre de Santiago cercano al rio; o el “Mapa de la Provincia de Estremadura”[sic] que también había encargado Tomas López
en 1760. En él, señalado con icono de “Ermitas y Conventos”, aparece Santiago, muy cerca del Guadiana,
lo que parece identificar aquella primitiva ermita.
Pero no es menos cierto que
Moreno de Vargas, también dice que “sus rastros y ruinas permanece oy” [sic] lo que nos hace creer que ya entre
1604 y 1615 aquella ermita estaba completamente arruinada y que lo que el
emeritense vio no fueron más que unos pocos restos de lo que sin duda había
sido una edificación religiosa existente con anterioridad, porque el lugar
debía llevar abandonado más de doscientos años, desde aproximadamente finales
del siglo XIV o principios del XV.
¿Es esta, la misma ermita de la que habla Ramos de Solís en 1798? ¿O,
como cabe suponer por la documentación consultada, junto al nuevo asentamiento
de Puebla de la Calzada se levantó (además de la de Santo Toribio y San
Sebastián) una ermita de Santiago, ya arruinada cuando agonizaba el siglo
XVIII? ¿Podemos permitirnos pensar que a lo largo del tiempo existieron dos
ermitas de la advocación de Santiago en Puebla de la Calzada, por más que no
tengamos vestigios de ninguna de ellas?
Por los Libros de Visita de la
Orden de Santiago sabemos que en 1511 en Puebla de la Calzada “esta una hermita de Santiago que se faze agora en la qual
se hallo fecha una capilla…” [Sic] Es fácil imaginar que siendo de
nueva traza no se estaría levantando junto al río y, antes al contrario, lo
sería cerca de lo que ya era una aldea con más de un siglo de historia, además
de no tener demasiado sentido que tras despoblar el asentamiento y crear un
nuevo núcleo lejos del río, cien años más tarde se decidiera erigir una ermita
orillas del rio en donde nada había más allá de la vida silvestre. De igual
modo que se levantaron la de Santo Toribio y la Mártires (hoy Concepción)
Mediado el siglo XVI, “tiene la dicha
ermita un calice de plata, una casulla de terciopelo con una cenefa bordada,
tres pares de manteles de lino…cuatro vacas, dos herales de dos años, un toro
de quatro años, dos becerros de un año” Que obligadamente es distinta de la
que Moreno de Vargas declara en ruinas porque si aquella estaba junto al rio, los
Visitadores dicen, principios de XVII que “la
dicha hermita del señor santiago está un quarto de legua del dicho
lugar, la qual es un cuerpo de piedra y tapias y botaretes de ladrillo. Tiene
un portal delante de la puerta que esta al mediodía con quatro arcos de
ladrillo y en el medio de uno de ellos un pilar” [sic] Lo que la
sitúa, no más lejos del pueblo de 1,5 kilómetros, puesto que la legua
castellana equivalía, medida fijada en el siglo XVI, a una distancia aproximada
de 5,7 kilómetros, o 20000 pies castellanos. Y la aleja del río del que nos
separan casi 5 kilómetros.
Los Visitadores nos la describen con “una
puerta de seis cuartones de madera de pino;
un arco de ladrillo con su puerta de madera de pino y clavaçon con una
llave. Tiene un altar con una grada de ladrillo, y otro altar de lo mismo en que
esta un retablo de pincel con la historia del señor San Tiago armado en blanco
con un pendón en la mano de la rienda… Tiene en lo vaxo, en dos Tableros de
pincel las imágenes de los vien aventurados mártires san Favian y san
sebastian… los pilares, frisos y guarniciones, frontispicio y guardapolvo de
dicho retablo, labrado de tabla y todo él dorado y pintado, muy vien acavado
que es antiguo; tiene una barra de yerro con dos lienzos que sirven de cortina;
tiene un frontal pintado en la pared; tiene una lámpara de azofar frente del
altar mayor que esta al poniente, un campanario con un esquilón mediano…”[sic] Lo que parece que entonces fuera
una fábrica en
ruina ni siquiera en abandono. Y el “Vecindario
que se hace por los vecinos de esta villa de todos estados, clases y sexos”, de 17 de enero
de 1705, cuando relaciona los ermitas como bienes propios de la villa, dice “… la otra al poniente, su advocación del señor Santiago,
ermita pobre…” ¡A Poniente! ¡Al Oeste!
Con todo ello, debió existir una ermita al
sur, coetánea de aquella Aldea del Rubio que se nos resiste a mostrarse, y que,
tal vez, fenecieron a la vez cuando la vida se desplazó una legua al norte,
fueran cuales fueran las causas, razones o excusas necesarias para ello. Y debió
existir otra, a poniente, más cercana en la distancia y la historia y que, desparecida
víctima del tiempo y razones ocultas, mora en la ignorancia para ser confundida
e identificada con su antecesora.
Mirándonos desde algún rincón de
la memoria, parece que existió en dos momentos, en dos tiempos, en dos lugares…
Sea como fuera, mediado el siglo XIX seguía existiendo cofradía de Santiago para
la que se nombraba mayordomo.
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