16 de febrero de 2015

NOMBRE Y FIGURA



MAPA DE 1704 (FONDO BIBLIOTECA NACIONAL
    Desde los últimos tiempos del siglo XV, desde 1493, la dignidad de Gran Maestre de la Orden de Santiago recae en la Corona Española, luego de una gran maniobra diplomática  del maquiavélico Fernando el Católico. Con la excusa de requerir de la Santa Sede su mediación para poner fin a las divisiones y disputas en el seno de la Orden, y argumentando los enormes gastos de la Corona en la guerra de Granada, Fernando pidió para sí al Papa, la administración de la Orden como recompensa a los grandes sacrificios hechos en defensa de la fe católica. Alejandro VI, por breve de aquel año, otorgó la administración y suprema dignidad de la Orden de Santiago a los Reyes Católicos. Cuando Carlos I les sucede como rey, también lo hace en el maestrazgo de la Orden.
 
    Lo que proporcionó a la Corona un importante capital inmovilizado que no tardó en convertir en circulante para financiar sus guerras y caprichos, asegurándose la fidelidad de una pléyade de vasallos deseosos de pasear engolados entre los de su clase y los que quedaron por debajo de su clase.
 
     Se dice, se cuenta, figura escrito, que Puebla de la Calzada en “1581 fue adquirida por doña María Enríquez, condesa de Montijo”. Lo que solo se aproxima al tempo con que las brumas del ayer enmarañan la verdad, casi con intención.
      Desde agosto de 1578, Felipe II aspira al trono de Portugal como nieto de Manuel I el Afortunado y sobrino del rey Enrique el Cardenal, lo que a la muerte de este va a generar una serie de enfrentamientos para los que se necesitarán recursos que las maltrechas arcas de la corona no tienen. Siendo administrador de la Orden de Santiago, Felipe II tiene fácil la generación de recursos con la venta de posesiones, entre las que cuenta con Puebla de la Calzada, como en 1550 había hecho su padre Carlos I, al vender la villa de Montijo a Pedro Portocarrero, Marqués de Villanueva del Fresno, que funda el Señorío del Montijo, instituyendo como I Señor, a su hermano Cristóbal Osorio Portocarrero, muerto en febrero de 1571.
    Existe documento que nos confirma la “Real Carta de Venta y desmembración de la Orden y Mesa Maestral de Santiago de la Villa de la Puebla de la Calzada…su tenor sustancial es como sigue”:
   "Que el Rey Nuestro Señor Don Felipe Segundo se dignó mandar expedir Real Provisión a ocho de mayo de mil quinientos y ochenta, cometida al Doctor Burgos de Paz, Corregidor del lugar de la Puebla de la Calzada, que de aquí adelante ha de ser y nombrarse villa, después que la desmembró de la Orden de Santiago y de la Encomienda de Mérida e incorporó a la Corona Real a virtud de los breves concedidos por Sumos Pontífices; y que para ayuda de los grandes gastos para cosas importantes y cumplideras al servicio de Dios, había vendido a Doña María Enríquez, Marquesa de Villanueva del Fresno la  villa de la Puebla de la Calzada con la dicha jurisdicción civil y criminal...

    María Enríquez, Marquesa de Villanueva y no, Condesa de Montijo, fue esposa en segundas nupcias de Pedro Portocarrero, hermana política de Cristóbal Osorio Portocarrero y por tanto, tía de Juan Manuel Portocarrero, II Señor del Montijo en 1571 y I Conde del Montijo desde 13 diciembre 1599, cuando por Real Decreto de Felipe III, el Señorío es elevado al rango de Condado, diecinueve años después de la Real Carta de Venta.

    Y se dice, se cuenta, figura escrito y admitido, que “por tal causa, durante mucho tiempo ostentó el nombre de Puebla del Montijo”   
      De justicia es reconocer la existencia de documentos que registran ese nombre, como el mapa del francés I.B. Nolin, “Le Royaume de Portugal avec le Royaume des Algraves, Lestramadoura Espagnol et partie d´Ándalousie, Dedié a  Sá Majesté tres Chrêtiene Louis le Grand”[sic] del año 1704, en el que aparece señalada como “Puebla de Montiso”, o aquel otro de 1705, del también francés N. de Fer, “La Glorieuse Campagne de Philippe V, aux environs du Tage, dans les Provinces de Beira, Estramadura et Alentejo”, en el que aparece como Puebla de Montijo. O como el recibí de seis raciones de pan” que un siglo más tarde, el 8 de septiembre de 1809, firma Francisco Sánchez, de la 3ª Compañía del Regimiento de Dragones de Cáceres, como Puebla del Montijo y también Diego Pérez de la 1ª Compañía del Regimiento de Caballería Voluntarios de Sevilla, en similar ocasión de aprovisionamiento, Puebla del Montijo 9 de septiembre de 1809”.
    La escasez de documentación con este nombre, forja un débil argumento para tamaña afirmación, especialmente porque, en contrapartida, son innumerables los documentos, desde 1494 fecha más antigua que se conserva, como de fechas anteriores a su integración en el Condado  y  rayanas y posteriores a la integración en el Condado, que recogen Puebla de la Calzada como nombre de la villa. Como, a título de ejemplo, el expediente de licencia para viajar a México que en 1575 inicia “el licenciado Alonso García, cura de Puebla de la Calzada” a favor de Mateo Sánchez Broncano y Sancho García “vecinos del dicho lugar”; o el de 1604, para pasar a Nueva España a favor de Inés de Porras, “natural de la Puebla de la Calzada”, y el de 25 julio 1627 que recoge: “sepan cuantos esta carta de censo vieren, como nos, Domingo Cordero y María Sánchez, su mujer, vecinos desta villa dela Puebla de la Calzada…”[sic] O el que un siglo más tarde, firma Juan González, de “la partida de guerrilla al mando de Don Toribio Bustamante” quien firma el suministro de “cuarenta raciones de pan para los individuos de dicha partida” como “Puebla de la Calzada y Julio 30 de 1809”.  
    Por encima de cómo fuera conocido o llamado de forma ocasional y por razones que el pasado guarda definitivamente para sí, la abundante documentación que se conserva de los siglos XVII, XVIII y XIX, reflejada en Libros de Visitas, Alcabalas, Censos de Vecinos, Censos Económicos, Acuerdos, Censo de Pueblos, Libros de Beredas, Ermitas, Cofradías, Mayordomos, Juramentos, Dotes, Hijuelas, Normas de Buen Gobierno, Catastros o Guerra de la Independenciasuministros, instrucciones, requisas, alojamientos, órdenes, disposición de ejércitos, posición del armamento francés – en los que permanente y repetidamente repetido desde que existe documentación hasta nuestros días, aparece “Puebla de la Calzada”. Además de las actas de sesiones de Ayuntamiento desde 1702, en las que en todas y cada una de ellas figura “En la villa de Puebla de la Calzada…”, sea cual sea el asunto a tratar, desde Capitulares, a nombramiento de Cirujano, Repartimiento, Pósito, Junta de Propios o Subastas. O, los Libros de Cuentas del Santo Hospital de Pobres, en los que desde 1640, primera fecha que se conserva, solo aparece “Puebla de la Calzada”. Y en actas y protocolos del Conde que recogen: “Por cuanto mi villa de Puebla de la Calzada…

    Pero si de justicia es reconocer que existe documentación, escasa, en la que se menciona Puebla del Montijo, con mayor rigor corresponde decir que ese apelativo, más allá de su uso y las motivaciones, no es consecuencia de maniobra alguna, ni de cesión de privilegios ni de concesión de rango, ni de señoríos o realengos. Era nombre ya usado como lo demuestra el asiento del Libro de la Casa de Contratación de las Indias, de 13 abril 1535, a favor de Domingo Pérez, “hijo de Hernán Núñez y Catalina Bras, natural de la Puebla de Almontijo
   En aquel año, ni Montijo era Señorío ni Puebla de la Calzada había sido vendida ni integrada en señorío, marquesado o condado alguno.
   Y aún menos lo eran, en la fecha de otro documento que, a mayor justicia, parece impugnar la hipótesis del nombre, su razón y sus explicaciones. El documento, de 12 de Marzo de 1501, concede al bachiller Antonio Sánchez “alargamiento de tiempo” en una comisión para ir a Badajoz, “la Puebla del Montijoy Lobón, para tratar del impuesto de barcaje y las personas a quienes correspondía cobrarlo.
   Lo que nos muestra, que el nombre era usado antes de señoríos y condados, pero manteniendo como nombre propio el de Puebla de la Calzada, que aparece en más y más cercanos documentos, más antiguos y de iguales fechas, lo que vigoriza la idea de su eventualidad o su causalidad. Lo que viene a refutar la aseveración del nombre por título, la teoría del “mucho” tiempo en que lo ostentó y, naturalmente, que lo fuera como resultado de haber sido integrada en el Condado de Montijo. Aunque de cuando en cuando fuera conocida así, de forma ocasional y tal vez como ubicación o como referencia.

   Acaso la fabulación sea consecuencia lógica del desconocimiento que sobre nuestros orígenes vierte el discurrir de los tiempos, pero no concede licencia para disfrazar lo que la fuerza de los documentos atestigua revestido de historia, aunque el albur de las circunstancias la disimule de posibilidad.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario